En los últimos tres días debí responder, una vez más, distintas preguntas de desconocidos. Harto de indicar dónde quedan las calles, hoy intenté no mirar a nadie a los ojos, así, supuse, que no me iban a hablar. Sin embargo, un colorado en el correo me preguntó si me conocía y si había ido a un club al que, efectivamente, fui durante años. Me preguntó mi apellido y me dijo que se acordaba de mi. Me quiero descolgar de la cara el cartel de 'hábleme' pero no lo encuentro
desetiquetate
ResponderBorrarEs el precio de la fama.
ResponderBorrarY yo también soy colorado.
Cuidado. Somos la amenaza no silenciosa.