De los últimos cuatro días, hubo dos en los que me olvidé el celular en casa. Me di cuenta de que no lo tenía a los pocos metros de haberme alejado de la puerta, pero decidí no volver. Lo tomé como obra del destino, de mi torpeza (por haberlo olvidado mientras se cargaba) o como un gesto inconciente. Como sea, no regresé a por él. Me tentaba la idea de volver a ser inubicable, de no mirar a cada ratito si llegó un mensaje o qué hora era
Le sigo encontrando mucha utilidad a tomarme mini vacaciones de este tipo de cuestiones, como al mail. En la semana estoy tan conectado a estas cosas que siento algo muy raro cuando el bolsillo no me vibra por unas horas
Hola Milton!! como andas?? primero que nada, queria decirte que me encanta tu blog!! esta muy bueno...
ResponderBorrarSegundo que nada :P, yo tmbn soy celular-dependiente, y ODIO que sea así..pero si llega a pasar un dia que me lo olvide en algún lugar, se me arruinó la jornada...lo que pasa es que es MUY util, y siempre tenes que contactar a alguien o te tiene que ubicar por algo...ya sea de trabajo, o por otra cosa...y pensar que hace algunos años casi NADIE tenía celu, y el mundo = giraba........
Saludos!!
Jose! mil perdones, no sé xq te puse "milton" en el comentario anterior, soy muy colgada...! :P
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